lunes, 14 de febrero de 2011

Varitas en el coño

Con la piedra más fumable
nos encontramos
perdidos en viejas terrazas
con nuevas heridas,
recibiendo disparos no esperados,
de cada bala
Regalábamos una flor…
Con un banco que se hacía cafetería,
Y dos refrescos y un “gin-tonic”…
que se hacían café.
Con final un precipicio
que cogidos de la mano
se hacían oportunidad…

Para: Ricardo.

1 comentario:

  1. Algún día podré contar, supongo, cómo fui a Ítaca a buscar la parte que me faltaba de mi sombra. Las raíces son más fuertes que las flores, y nunca una criatura está más próxima a la muerte como en el momento de nacer.
    Yo fui a Ítaca a morir y a nacer; y morí, pero no morí del todo, y nací, pero no nací del todo, y quedé así para siempre apresado en la nostalgia.
    Fui a Ítaca para cruzar el mar, y lo crucé, y me perdí para siempre en el amor, y he conseguido volver de Ítaca pero no he conseguido volver del amor. El amor a Ítaca no es fácil, es amargo, está manchado de dioses y de historia, de leyendas y miradas, de pasos perdidos y noches inaugurales, de días rotos y sueños deshechos, de niños que viven en el umbral de sueños futuros. Yo soñé una mirada de seda y fuego, de brisa y agua. Así soñé Ítaca. Así me soñé en Ítaca. Tuve que soñar Ítaca para poder soñarme a mí. Sigo soñando ese sueño.
    Yo estuve allí, atravesé el mar azul y plata y rojo. Fui a Ítaca para morir, pero no morí del todo, y luego nací, pero no pude, no pude, no pude nacer del todo. Y hay una parte de mí que todavía vaga por sus playas y montañas. En Ítaca vi las estrellas por primera vez. Nunca había visto antes las estrellas. En la hoguera finas ramas secas se iban convirtiendo en rescoldos en medio de tibias explosiones de resina, y me decía: vive, disfruta de la juventud, porque sólo una vez venimos a esta tierra.
    Tendido para dormir, todavía descubría nuevas espinas clavadas dulcemente en mi carne y ahora, a medida que escribo estas líneas, las sigo descubriendo, y tiro de ellas, y brotan sin una sola gota de sangre. Entonces es cierto, no morí del todo, no nací de nuevo, todavía estoy vagando por los mares de Ítaca, todavía no he logrado dejar de ser como las estrellas, como la arena, como el bosque sobre la altura del valle a la caída del sol para mostrarme a mí, sólo para mostrarme a mí, el mundo mágico que perdía al morir, puesto que moría, y el mundo nuevo que ganaría al nacer, porque nacería. Todavía no he logrado arrancarme todas las estrellas que vi en Ítaca. Todavía sigo en Ítaca, todavía tengo espinas, todavía veo estrellas, todavía no he muerto del todo, ni he nacido del todo.
    Porque esa parte que nació seguirá naciendo siempre. Somos nosotros: Seres de Luz… Ítacas compartidas…
    Mi destino es de arena…

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